Image description

ABUELO CUENTAME UN SIGLO

 

Muy respetable Señora Lupita Hinojosa de Murat.

Respetables personalidades de la Mesa del Presídium.

Señoras y señores.  

"En primer lugar quiero agradecer a todos ustedes la oportunidad que me dan de estar presente en este evento, que para mi es muy importante. Importante también para la comunidad y el pueblo al que pertenezco, de donde nace la otra historia, esa historia que se vive a diario en cada una de nuestras comunidades indígenas, la que no tiene permitida su entrada a las escuelas, porque es la historia de los vencidos, no de los grandes y vencedores.

"ABUELO CUENTAME UN SIGLO"

Es el espacio que el mismo destino pone en mi camino, en el caminar por la lucha de un pueblo para hacerse letra, para hacerse voz y ser escuchada y por lo consiguiente que sea conocida por todos ustedes, habitantes del siglo que fenece con su carga de grandes triunfos y gloria para unos cuantos y el dolor, la tristeza, sangre sudor y lágrimas para muchos.

La historia que concursa en esta ocasión es la lucha por la defensa de lo más sagrado desde nuestra concepción indígena, LA DEFENSA DE NUESTRA MADRE LA TIERRA, esa tierra que me vio nacer y que me verá morir, esa tierra que poblamos los mixes en la cintura de México a finales del siglo once y que la invasión española profanó sin vencernos, gracias a que nuestro legendario Rey Condoy nos unió y organizó para la defensa de nuestra madre tierra, haciendo habitable la montaña de las veinte puntas, de las veinte divinidades, el CERRO DEL ZEMPOALTEPETL.  Tal vez, en ese momento comienzan las invasiones y agresiones a nuestra madre tierra, otros pueblos pisaron nuestro territorio y nuestra lucha comienza sin saber ni conocer el final. Tuvimos que comprar a la corona española nuestras propias tierras, 800 pesos oro fue el precio de 108 leguas cuadradas que delimitaron el territorio de Jaltepec de Candayoc, el tablón de tierras que tuvimos que comprar con nuestro dinero en oro, porque nadie está dispuesto a perder lo más querido y no importa pagar el precio que sea, así lo menciona nuestro Título Primordial que es parte fundamental del archivo de la comunidad desde 1737.

Fuimos perdiendo más tierra sin damos cuenta, sin darnos al menos una oportunidad de defenderla, están vacíos algunos eslabones de esta cadena histórica y por la vergüenza de no conocer la verdad, nos negamos a platicar con nuestros hijos de esta lucha desigual. En ocasiones nos preguntamos el porqué se nos ha tratado de esa manera, porqué los poderosos, el gobierno, las autoridades, nos han arrebatado nuestras tierras. En 1956 un decreto presidencial anuncia que de nuestro territorio nos van a expropiar más de 18 mil hectáreas para reubicar a nuestros hermanos chinantecos, ojitecos y mazatecos por la construcción de la Presa Miguel Alemán.

Un día de ese año llegaron a la comunidad de Jaltepec de Candayoc unos ingenieros para decirnos que vendiéramos nuestras pertenencias y saliéramos del pueblo porque estas tierras ya no eran nuestras, que así lo ordenaba el señor Presidente. Nosotros al principio no creíamos esto, no creíamos que el gobierno fuera capaz de hacernos esto, pero, cuando vimos que estos ingenieros realizaban trabajos en nuestros terrenos decidimos ir a nuestra cabecera distrital de Zacatepec, Mixe para hablar con el Juez y solicitar un documento en el cual se acreditara nuestra propiedad de las tierras invadidas por la Comisión del Papaloapan.Por extendernos este documento, el Juez nos cobró 18 mil pesos, esa cantidad nuestra mente nunca la había pensado, y después de vender caballos, marranos y guajolotes, acompletamos el dinero para pagarle y con el documento en la mano nos enfrentamos a los Ingenieros. Cuando ellos leyeron este papel, se rieron y en nuestra presencia lo rompieron diciéndonos que eso no servía. Era difícil permanecer ahí, la policía que custodiaba a los Ingenieros nos agredían, nos amenazaban y con sus balas nos hacían correr. Así fuimos viendo como la comisión del Papaloapan fraccionó ese- predio al que le denominaron "Predio Cihualtepec" sin que a la fecha se le haya indemnizado a nuestra comunidad, a pesar de que en el decreto expropiatorio se ordena cumplir, con este pago.

Nos sentíamos perdidos, agotados, nos quitaron el predio Cihualtepec y ahora entendíamos que habíamos perdido más tierra años atrás. Con todo esto nos reunimos en asamblea general para buscar una solución. Nuestros comuneros comisionaron a los compañeros Mauro Ramos Hernández y Eleuterio Pacheco Díaz para que fueran al Archivo General de la Nación a buscar los documentos de nuestros terrenos, ellos tuvieron que trabajar en la ciudad de México, D.F. para poder mantenerse durante los días que duró la búsqueda de nuestros documentos. Fue en esa ida cuando encontraron nuestro Título Primordial que se declaró auténtico para el Reconocimiento y Titulación de nuestros Terrenos Comunales.

El primero de octubre de 1968, salió nuestra Resolución Presidencial que nos titulaba 14,861 hectáreas como Bienes Comunales y 129 hectáreas de para zona urbana. Para nosotros, esta es una Resolución de despojo, nuestra mente y nuestro corazón no acepta estos nuevos linderos, para decir la verdad pocos fuimos a colocar esas mojoneras. Todo esto se dice y se hace fácil en un papel, pero, en la vida no se vive en papel y la vida no es nada fácil. Las luchas y sufrimientos de un pueblo no son papeles, son lagrimas, sudores y sangre, son vidas cortas y muertes tempranas, son hambres y privaciones, son algo más que papeles que salen de un escritorio firmados por un Presidente. Ahora nos dicen que nosotros hemos sido muy tontos, porque había una Ley que decía que alguien podía declarar una tierra como Propia y que si nadie, en un determinado tiempo no la reclamaba, pasaba a ser dueño de esa tierra. Puede ser cierto, pero, eso lo sabe la gente que estudia, que lee los periódicos, nosotros los indios no, no llegamos a entender bien el castellano, ¿cómo vamos a andar leyendo periódicos? A veces no tenemos dinero ni para comer, ni para sacar a un enfermo al Hospital, ¿cómo vamos a salir a comprar periódicos? Nosotros no supimos a tiempo de esa tal Ley, ni hubo alguien que viniera a preguntamos si era estas o aquellas nuestras tierras.

En 1983 fuimos invadidos nuevamente, ahora por gentes de Michoacán que se posesionaron de nuestras tierras comunales. La comunidad de Jaltepec de Candayoc, cansada de tanta agresión, de tantas violaciones a nuestros derechos y patrimonio comunitarios, decidió desalojar a estos invasores. Esas personas iniciaron entonces una serie de demandas penales en contra de las Autoridades Municipales y Comunales y fue así como la madrugada del 4 de junio de 1989 entraron a nuestra comunidad tres carros de Judiciales Federales y rompiendo puertas y ventanas, golpeando a nuestras mujeres y niños, nos arrancaron de la cama, llevándonos casi desnudos, como si fuéramos asesinos. Aquí en Oaxaca, por ayuda del Obispo Bartolomé Carrasco recibieron a nuestros compañeros en Palacio de Gobierno y con agradecimiento reconocemos que el Licenciado Ildefonso Zorrilla Cuevas nos ayudó y fue por su intervención que pronto nos soltaron sin pagar nosotros la fianza. Lo único que pagamos fue la cantidad de 80 pesos que el defensor de oficio de Tehuantepec nos cobró dizque por hacer una llamada a Oaxaca. 

Los indios no sabemos guardar rencores en el corazón. Pensábamos que todo estaba tranquilo y resuelto, pero no fue así. El 28 de septiembre de 1990 nuevamente entraron los judiciales a nuestra comunidad, en esta ocasión con mayor agresividad, disparando sus armas para amedrentar a todos nosotros. En esta ocasión no corrimos con mucha suerte, los judiciales federales nos dieron un trato muy especial, sobre todo a mi que en ese entonces era Presidente del Comisariado de Bienes comunales. Yo y otros cinco compañeros fuimos torturados, a mi me tuvieron colgado un día y una noche, solamente la punta de mis pies tocaba el piso, así me estuvieron golpeando y por eso estuve escupiendo sangre durante dos meses. A mis otros compañeros los golpearon en los testículos, en el cuello, en la columna y también han quedado inservibles para toda la vida. Vean mis dedos como están quebrados por los culatazos. No se me olvida como nos decían los judiciales, "estos pinches indios no merecen vivir"

Por defender a nuestra madre tierra, siguieron las detenciones y encarcelamientos, en diciembre de 1996 y en julio de 1997 . Todo está claro, en nuestra región del bajo mixe la justicia tiene un precio, todo está obedeciendo a intereses caciquiles. El 20 de marzo de 1990 fue a visitamos el Presidente de la República LIC. CARLOS SALINAS DE GORTARI. La primera vez que viene un Presidente a vernos, nosotros con aquella alegría, le escuchamos decir que estaba interesado en ayudar a estos pueblos indígenas, de ayudar a esta zona que por tanto tiempo a estado marginada y digo escuchamos porque no nos dejaron hablar, decirle lo que sentíamos, lo que queríamos, platicarle de la invasión de nuestras tierras, lo que el, que decía estar interesado en ayudamos podría hacer. Pero no fue posible porque los delegados de gobierno que fueron a preparar su visita no permitieron que dijéramos alguna otra cosa más de aquella que ellos nos habían señalado. Y así vimos como se fue elevando el helicóptero y como se iban hundiendo nuestras esperanzas.

Hay cosas que son claras y por eso es que se entienden, pero hay otras que no se pueden comprender por más que se quiera si no se basan en la verdad. Ahora, a más de cinco siglos de la invasión española se remueve la historia y se empieza a ver que han venido existiendo dos historias., Una historia la escriben los de arriba, los vencedores, los invasores. Otra es la historia que no se escribe con letras, ni en libros para enseñarse en las escuelas y esa historia tiene letras escritas con esa tinta roja que se llama sangre y se cuenta de padres a hijos porque está prohibida su entrada a las escuelas. Incluso los maestros la desconocen, pero esa historia es la verdadera y es la nuestra. Esa es la historia que vale porque está basada en la vida. Pues esta historia dice que por siglos somos los mixes los que hemos sido los dueños de toda esta tierra, esta tierra que nos ha costado hasta dinero en oro, sudor y sangre y si esta historia no se quiere creer están los documentos que los mismos invasores hicieron. Por consiguiente no nos queda otra cosa de luchar para que se de a conocer la verdad y entonces .poder entender todo lo que hay debajo, escondido y que estorba. Todo eso que nos quita la paz y que no permite que trabajemos tranquilamente.

Quiero hacer del conocimiento de ustedes que después de un largo peregrinar por las oficinas del gobierno, por los Tribunales Agrarios y de Circuito, aún con la desesperación, en ocasiones con la esperanza perdida, pero con la fe firme y la confianza en que un día la justicia tenía que llegar a nuestra comunidad, el día primero de octubre del presente año se ejecutó la sentencia del Tribunal Superior Agrario que restituye a nuestra comunidad las tierras invadidas por los michoacanos. Este hecho ha venido a revivir la confianza en la justicia, en las instituciones y en el ser humano mismo, porque detrás de un Juez, de un Magistrado, de un Gobernador y de un Presidente; está una persona, hay un corazón humano que siente y escucha las demandas de una comunidad y puede vivir junto con nosotros LA LUCHA POR LA TIERRA, UNA LUCHA DE VIDA como he titulado esta historia.

Cuando hablamos de la historia, de nuestra historia, buscamos fortalecer nuestra lucha por enfrentar las violaciones a los derechos humanos que hemos vivido y que no queremos seguir sufriendo. Pretendemos hacer valer nuestros derechos como seres humanos que poseemos una cultura propia como mixes, para que en unidad fraterna con otras comunidades contribuir a establecer en nuestro país una nueva y verdadera cultura de derechos humanos que parta de la convicción de que todos somos hermanos que poseemos una misma dignidad.

Respetable público, ustedes disculpen, es muy .posible que ustedes querían escuchar una historia diferente, una historia sin tanto dolor humano, sin tanta agresión por siglos. Esta historia la queremos cambiar, hacerla diferente, hemos fortalecido nuestra fe y reavivado muchas esperanzas, lo vamos a lograr más pronto con el apoyo de todos ustedes y con el compromiso de nuestros gobiernos.

Los invito a compartir en Jaltepec de Candayoc los buenos resultados que da una buena lucha, los espero. Claro está que para finales del próximo siglo ya no estaré, ojalá que en esa ocasión se escriba una historia diferente, en donde todos seamos hermanos, hagámoslo por nuestros hijos, por este país que es de todos, lleno de corazones jóvenes que desean una vida más digna y justa.  

 
GRACIAS.
SE DESPIDE SU AMIGO "EL LABRADOR" 
ELIAS DIAZ VASQUEZ
JALTEPEC DE CANDAYOC MIXE OAXACA